DiosbendigaaAmérica, que han tenido puente este fin de semana y han dejado un desierto de lanzamientos que hemos aprovechado para mirar a otras fronteras y explayarnos en ellas. Y hacer lo propio con el MVP de esta semana.
MVP: He tenido la suerte de seguir la carrera artística de Kae Tempest desde casi el principio. La suerte de explorar cada camino, cada libro, cada canción, cada directo durante un buen puñado de años. De ver cada pequeño cambio que ha terminado en esta explosión en forma de disco llamado, ya veis, Self Titled. Lo que tengo ahora delante es a alguien que ha encontrado, por fin, quién es realmente. Y puede decirlo y cantarlo, usando el micrófono como arma y como escudo. Kae Tempest empezó hace años hablando de lo infinito, de lo global, de cuánto le dolía el mundo. Canción a canción, durante años, ha ido estrechando el cerco hasta poder hablar, hasta tener las palabras, para dirigirse a su propia persona, hablar de su propio dolor hasta quedarse sin aire. En un acto de verdadera valentía, cada palabra es un disparo en el que Kae decide desnudarse y mostrarnos, con orgullo, quién es. Tan fácil y tan difícil. A lo largo de este camino, consigue hablar con su yo del pasado, a quien samplea en Know Yourself en un malabarismo musical inédito, para cumplir esa fantasía que siempre hemos tenido de: qué le dirías a la persona que fuiste en tu adolescencia, en tu niñez. En ese camino en el que nos cuenta que quizá alguien debe morir para que otros nazcan, que alguien debe envejecer para que exista la juventud (Prayers to Whisper), pasa, además, por todas las variables de la música británica de los últimos 20 años( para muestra, la colaboración de Neil Tennant, de Pet Shop Boys, en Sunshine on Catford). Cada día en el estudio, cada colaboración -nos dice en su cuenta de instagram- ha supuesto dejarse arrastrar por la fuerza de una corriente incontrolable. Ha aprendido a la vez que escribía para enseñarnos al resto. Nuevos caminos melódicos envuelven su historia, que quizá, no lo sé, sea también la tuya en cierto modo. No deja de lado otros dolores: nos habla de salud mental (Diagnosis), de transfobia (Statue in the Park), nada de lo humano le ha sido nunca ajeno. Ni lo será. Pero en todo ese autodescubrimiento hay, también, sitio para la alegría, para cantarle al amor en todas sus formas, desde el romántico, al ya recurrente amor a Londres, a la esperanza por la humanidad, pero, sobre todo, al amor propio. En una era llena de oscuridad, Kae Tempest nos recuerda que tenemos el poder de aportar luz, alumbrando primero nuestro propio camino para que el resto tenga algo de claridad.
Nos quedamos en el spoken word, del lado más postpunk esta vez. Big Special editaron en 2024 uno de mis discos favoritos del año, de una crudeza bestial en forma y fondo y dulcifican un poco lo primero para entregar un segundo disco que caerá entre los favoritos de este año, cero dudas con eso. Quién nos iba a decir que la canción protesta podría ser a la vez tan basta y tan divertida.
A vosotras no sé, a mí tiktok ha decidido enseñarme todos los festivales a los que no he ido. En uno de estos scrolls innecesarios, en el que siempre veía las crónicas de los mismos grupos, A, B, C, en Glastonbury, alguien subió un vídeo, cortísimo de Fiona-Lee. A la que vendió como alguien que estará en un par de años en los escenarios principales y aúna la manera de tocar de Sam Fender con la voz de Florence Welch. Well, no puedo estar más de acuerdo. Bienvenida, nueva obsesión, bienvenida, Fiona-Lee.
Porque aquí las obsesiones se quedan bastante rato, ya sabéis. Uno de nuestros artistas fetiche, The Reds, Pinks and Purples, edita nuevo disco después de un tiempo calladito (es un disco trampa, un poco, edición física de canciones sólo editadas en digital) y, claro, ese kitchen pop que nos trae desde San Francisco y que nos hace sentir tan tan bien, tiene su hueco esta semana. Siempre alegrándonos con lo colorido de sus portadas y sus canciones, Glenn Donaldson.
Tras un disco confesional, Kesha ha decidido también seguir contando su historia por el camino del pop más diáfano, aquel de principios de los dosmiles que ahora vuelve a estar en boga y, mira, si lo bailamos entonces, lo bailaremos ahora. En esta casa a favor de la Kesha más para dentro y de la más hacia fuera. Punto.
Para estar los americanos de vacaciones, ojo que nos ha llegado una buena muestra de folk rozando el country que nos ha hecho dudar a quién meter y a quién no por aquí. El primero con el que nos quedamos, razón de edad, es Tucker Zimmerman, que se fue a Bélgica desde USA hace ya tiempo. Si te perdiste su revival à la Sugarman el año pasado, esta es tu nueva oportunidad. Bowie dijo de él que era el underdog del folk. Big Thief le puso la instrumentación anteriormente. No te puedo dar mejores referencias que nos den la razón.
Un pensamiento bastante intrusivo me lleva acompañando desde el viernes con este disco: William Beckmann es, en realidad, Orville Peck. El parecido en voz y temática me trae loca. Country a ratos ortodoxo, a ratos un poco más variable. Feliz 4 de julio, supongo.
Folk pero hecho desde Europa: Mirran llega desde los Países Bajos y con acústica y lofi nos trae un atardecer de verano eterno con sus canciones. Ya hemos tenido suficientes canciones dedicadas a Nashville, él tiene una dedicada a Utrecht.
Salgamos del folk poco a poco, va. He tenido también que ir a comprobar que Rocco no fuera un alter ego de Perfume Genius porque vaya colección de canciones íntimas, con un poco de pop y mucha emoción.
Cuando hicimos lo de los in and outs de 2025 hubo algo que no vimos venir: ya estábamos inmersas en la segunda venida del indie sleaze. Ese indierock de hace 15 años que nos llevó a pisar festivales y volver a tocar la guitarra. El ejemplo claro de esta semana son Communions, que tampoco vienen desde USA, no, vienen de Dinamarca para dar ejemplo de sleaze.
Volvemos al Reino Unido para traer a otra banda de indierock que ha conseguido, con unas guitarras que sólo podemos definir como líquidas, meterse en nuestra cabeza con cada melodía. Son Double Virgo y es imposible escuchar sólo una canción.
Como quien no quiere la cosa, sin avisar, por casualidad casi, nos hemos encontrado con un disco nuevo de Wild Honey. El único representante nacional de esta semana viene en forma de EP, pero siendo quien es, nos sirve, no nos enfadamos. Al contrario, este pop preciosista lo único que puede hacer es ponernos de buen humor.
Nos vamos, bailando. Hacía tiempo que no nos echábamos un grupo petunio al bolsillo y ha tenido que llegar NoMBe de manera unipersonal a hacernos mover el culo con bien de afrobeat sesentero, golpes en madera y mucha fantasía.
Un pequeño cambio aparece en esta vuestra Turra esta semana. Dejamos Spotify por Tidal y he conseguido, con trampas, plantar aquí el link de la playlist. Muchas son las razones por las que dejo una. He hecho un estudio de campo (gracias por vuestra ayuda!) para quedarme con la nueva y convivirán durante un tiempo ambas. A ver qué te parece. Cuídate. Cuida de la Sanidad Pública.